RESUMO
El traumatismo torácico cerrado (TTC) se está convirtiendo en un problema de salud mayor para los servicios de urgencias debido al incremento en el número de accidentes de tráfico. La frecuencia de la afectación cardíaca en los TTC se estima en torno al 15-20 por ciento, variando en las diferentes series según los criterios diagnósticos1. La contusión cardíaca es su principal expresión. El infarto agudo de miocardio (IAM) por disección, trombosis, rotura o espasmo de las arterias coronarias, secundario a la compresión esternal contra la superficie cardíaca, es una manifestación muy poco frecuente del trauma cardíaco. Su incidencia puede estar infravalorada debido a su dificultad diagnóstica, muchas veces enmascarado por el propio contexto traumático y su bajo índice de sospecha. Una vez diagnosticado se aconseja la realización de coronariografía temprana, para adecuar la decisión terapéutica al hallazgo angiográfico, e intentar "salvar" la mayor cantidad de miocardio posible. Presentamos el caso de un paciente de 29 años sin enfermedad coronaria previa, que tras un traumatismo torácico cerrado, secundario a un accidente de moto aparentemente banal, desarrolla un infarto agudo de miocardio. El retraso en su diagnóstico impidió el tratamiento de revascularización. La evolución fue tórpida, complicándose con derrame pericárdico, insuficiencia cardíaca refractaria, taquicardia ventricular sincopal y parada cardiorrespiratoria. Finalmente requirió trasplante cardíaco. Concluimos, que para diagnosticar el infarto agudo de miocardio postraumático, el índice de sospecha debe ser alto, ya que su baja frecuencia y el posible enmascaramiento con el propio contexto del traumatismo, puede dificultar su diagnóstico con las deletéreas consecuencias que ello puede acarrear (AU)
